Más de la mitad de la población española tiene deficiencia de vitamina D
Cuando llega el frío se vuelven protagonistas de nuestro día a día los catarros y gripes pero también hay que recordar que la disminución de la temperatura y la escasez de horas de sol son factores que afectan a la cantidad de vitamina D que absorbemos. Este tipo de vitamina ayuda a que nuestros huesos crezcan y se mantengan de una forma óptima.
Durante estos oscuros y fríos meses la síntesis cutánea está limitada y lo expertos alertan sobre la mayor prevalencia de deficiencia de vitamina D entre la población, que en España llega a más del 50% de los habitantes. En concreto se estima que el 84% de la población joven y sana tiene deficiencia de vitamina D, porcentaje que aumenta hasta el 87% en las personas mayores de 64. En España la mayoría de comunidades están por encima del paralelo 35N y es por ello que los rayos solares solo inciden de una forma efectiva sobre la piel los meses de verano.
Recuperar el estatus óptimo de vitamina D es imprescindible para un correcto desarrollo o para prevenir enfermedades de los huesos como la osteoporosis. Además, previene la contracción muscular y participa en la regulación del sistema inmunológico frente a enfermedades como artritis reumatoide, lupus, esclerosis múltiple, diabetes tipo 1, algunos tipos de cáncer… Por otro lado, esta vitamina desempeña un papel autorregulador del calcio en el metabolismo óseo, que es su acción principal. Es esencial para el desarrollo normal del esqueleto, tanto en el útero como durante la infancia y adolescencia.
Para recuperar los valores de vitamina D que nuestro cuerpo necesita, se recomienda:
- Exponerse al sol, a partir del otoño, al menos durante 30 minutos diarios para favorecer su absorción.
- Aumentar la ingesta de alimentos como productos lácteos o pescados grasos (salmón o atún), o setas.
- En caso de que existiera una deficiencia notoria combatirla mediante tratamiento oral (siempre bajo prescripción médica tras realizar un análisis de sangre) o suplementos orales de vitamina D.
Se use el tratamiento que se use se aconseja evaluar los valores de vitamina D a los 3 ó 4 meses y según los valores que se presenten ajustar el mantenimiento. Cada paciente tiene unos antecedentes (genéticos, operaciones, embarazos…) distintos que hay que tener en cuenta a la hora de recetar un tratamiento u otro.
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